Pocas cosas podría decir acerca de él... No podría asegurara que era el ser más hermoso del universo; sin embargo, sí podría decir que poseía un atractivo sin igual. Lo único que de él sabía, a ciencia cierta, era que el tacto de su piel quemaba, mas no de una manera violenta ni agresiva... era como poder estar cerca del sol sin desintegrarse. No podría describir sus formas o esos ojos que la derretían en cuanto la miraban; pero lo que sí sabía era que él, cuando la tocaba, tocaba los puntos exactos... sentir sus manos ardientes sobre la piel, la hacían estremecer... escuchar las más hermosas palabras provenientes de ese aliento cálido la hacían perder la razón... él sabía qué puntos tocar... sabía cómo hacerla gritar usando las manos y la boca y la piel y ese calor que surgía de cada poro, de cada respiración... por algo era el dios del fuego... y, aunque la abrasara con su abrazo, al final, ella podía dormir tranquila entre las llamas...
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