Somos como las dos caras de la misma moneda: terriblemente parecidos, pero infinitamente diferentes. Siempre espalda con espalda, siempre juntos aunque no nos miremos a la cara, apoyándonos el uno en el otro, el uno al otro...
Distintos, separados e individuales. Cada uno con rasgos definidos, con sueños e intereses, a veces, opuestos; uno mirando al sol y el otro a la luna, pero siempre ahí... siempre juntos, en las buenas y en las malas... en las mejores y en las peores... justo, como las dos caras de una moneda.
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