Estaba el perro tirado, había un rastro de sangre a lo largo del camino... era evidente que estaba herido y solo. Ninguno de los 2 gatos que lo acompañaban estaba a su lado. Alcanzaba a ver a uno en un camino cercano, un gato negro, pero estaba alejado... del otro gato, uno blanco atigrado, no había rastro. El perro lo buscaba y preguntaba al gato negro que veía si alcanzaba a distinguir donde estaba su otro amigo. El gato negro le decía que sí y que estaba bien... aunque el perro notaba que el gato negro no entendía el porqué le preguntaba por el gato blanco, por qué se preocupaba tanto por él y no se preocupaba por su herida... el perro se acomodó y durmió por un rato, esperando que el gato blanco y el gato negro regresaran, pero ninguno de los dos volvía... el gato negro sólo lo observaba y seguía en medio, en ese lugar donde podía mirar a los dos. El perro aceptó que el gato blanco no volvería... aulló con tristeza a la luna, lamió sus heridas y continúo... llevaba tiempo caminando herido, así que no le costó trabajo seguir. El gato blanco quizás pensaba que el perro querría morderlo o que quizás lo rechazaría si volviera, después de todo había sido el gato blanco quien había herido al perro. Pero eso no le importaba al perro... él solo quería de vuelta a su amigo... el perro siguió su camino, no quería preocupar más al gato negro, así q continuó ladrando como siempre... El perro se preguntó como podría hacer entender al gato blanco que todo estaba bien y que podían seguir vagando juntos... también se preguntaba como podría hacer entender al gato negro que estaba bien, que no era la primera vez que caminaba con la cabeza gacha y con alguna herida que sangraba...
El perro aulló tristemente por que sabía que no podía explicarles a dos gatos lo que él en su canino cuerpo sentía... y aunque fueran sus mejores amigos, eran finalmente dos gatos... un gato blanco y un gato negro... el perro sólo esperaba que algún día sus dos gatos lo entendieran y confiaba que en algún punto, el camino que ahora se había vuelto tres, volvería a unirse...
El perro aulló tristemente por que sabía que no podía explicarles a dos gatos lo que él en su canino cuerpo sentía... y aunque fueran sus mejores amigos, eran finalmente dos gatos... un gato blanco y un gato negro... el perro sólo esperaba que algún día sus dos gatos lo entendieran y confiaba que en algún punto, el camino que ahora se había vuelto tres, volvería a unirse...
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