20080319

La MuErTe De UnA iDeA

Todas las ideas estaban reunidas en torno a otra idea. Todas las ideas con una sola idea en mientes: esa idea tonta tenía que desaparecer. Era una idea absurda que llevaba mucho tiempo en ese mundo de ideas y ocupaba los lugares de muchas otras ideas que eran mejores y más útiles. El descontento era de las ideas era general y todas clamaban por la desaparición de esa absurda idea. Y al cabo de un rato, las ideas habían designado una idea para que se encargara de la otra idea.

La idea asignada parecía no saber que era lo que debía hacer, pero sólo lo aparentaba… esa idea tenía fija en su cabeza como debía ser la muerte de una idea; así que lentamente se transformó en una idea fuerte, clara y poderosa que seguía a la idea tonta a donde quiera que iba. Y cuando la idea tonta iba a hacer acto de presencia, la idea asesina aparecía antes. Así fue por un mes, hasta que la idea tonta desapareció por completo y la idea asesina regresó a su forma anterior…

Las demás ideas quedaron intrigadas y jamás supieron cómo es que la pequeña idea lo había logrado. La idea asesina había descubierto que para matar a otra idea sólo le bastaba aparecer en el momento justo en que esa idea era evocada y fijarse en la mente diciendo: “olvídate de esa tonta idea.” La otra idea, irremediablemente, acabaría por debilitarse y desaparecer.

20080305

La DePrEsIóN dE La PlUmA

Las hojas llevaban varios días regadas en la mesa; extrañaban ya el ajetreo típico de las noches, el ir y venir constante de la pluma sobre ellas…

El viejo y maltratado cuaderno viajero reposaba inerte al lado de las hojas. Dormitaba como siempre que estaba de vuelta a la quietud de la mesa. Las hojas normalmente no se atrevían a molestarlo, pero ese día necesitaban algunas respuestas…

La pluma, una de tantas que solían reposar en el escritorio y que acostumbraban pasear con soltura y ligereza sobre las hojas, estaba tirada, inmóvil. Una hoja al fin se acercó al viajero y suavemente lo movió para despertarlo. El cuaderno despertó con un gran bostezo y luego preguntó:

- ¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué me despiertan?
- Es que…– dijo tímidamente una hoja – Sr., nosotras… nosotras queríamos preguntarle si sabe qué le pasa a la pluma… es que lleva días enteros ahí tirada, sin moverse para nada.
- Tal vez – dijo otra hoja – está enferma.
- Mmm… ¡Tú, dime! – gritó el cuaderno a un lápiz que observaba entretenido - ¿Es posible que esa pluma esté enferma?

El lápiz se acercó a la pluma y la observó con cautela.

- Pues su núcleo está a la mitad, lo que quiere decir que aún vive; pero se ve muy pálida
- Entonces – musitaron las hojas – sí está enferma.
- Yo no diría eso – respondió el lápiz – más bien creo que está deprimida.

Todas las hojas voltearon a ver al cuaderno…

- Ya me lo suponía…– dijo el cuaderno – mis compañeras de viaje padecen del mismo mal… últimamente no han escrito nada.

Las hojas se miraron unas a otras, llenas de angustia y todas gritaron al unísono:

- ¡¿Podemos hacer algo por ella?!
- Mucho me temo que no – dijo el cuaderno solemne – el problema, sino me equivoco, proviene de otro lugar.
- ¿De dónde? – quisieron saber las hojas - ¿De dónde proviene?

El lápiz se alejó de la pluma y se acercó a las hojas.

- El problema – dijo el lápiz – proviene de aquella persona que le da alegría y vitalidad a la pluma… esa persona por ahora tiene un bloqueo mental.

Las hojas se miraron estupefactas y luego quedaron en silencio… simplemente no había nada que hacer, solamente les quedaba esperar…

20080301

Hoy en TV UNAM

Pintura, craquel, espátula y cuchara; esas fueron mis herramientas de trabajo. Luz, ruido y movimiento, mis acompañantes. La vista de un chico algo guapo y muy simpático, la recompensa. Una comida estilo última cena en Universum y yo, vagando como siempre en el universo.